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viernes, 11 de abril de 2014

Cuando los astros se apagan

Si el otrora ASTRO, hoy Empresa de Ómnibus Nacionales (EON) tuviera, con las nuevas formas de gestión no estatal, una competencia, seguramente quebraría.
  No basta con que a veces esos vehículos no se ajusten a su horario, también hay que sufrir varias horas detenidos por roturas, aires acondicionados con mal funcionamiento, asientos que ya no se reclinan, maltrato de los trabajadores, pasajes a sobreprecio y por supuesto, paradas intermedias para que los choferes puedan “resolver”, mientras queda gente esperando en una lista, en la terminal.
 Más allá de las molestias a los pasajeros, tal vez por la incapacidad prever tales contratiempos, nadie se disculpa, y ni mucho menos rembolsa parte del pasaje, que como en casi todos los medios de transporte, está caro. (No es una política de esa empresa rembolsar dinero por algún problema en el trayecto, una práctica que tal vez sea necesario comenzar a adoptar)
  En el caso de las roturas, estoy segura que la intención de los conductores no es romperse, porque ¿quién quiere estar “botado” tantas horas? Pero, ¿acaso no es posible revisar los vehículos y darles un buen mantenimiento para evitar esos incidentes? ¿No se puede siquiera hacer trasbordo y que algunas de las provincias donde ocurren los contratiempos presten una guagua? ¿Acaso no es EON una sola empresa?
Como este niño otros tuvieron que entretenerse durante la espera
   No es menos cierto que gran parte del mal estado de esos vehículos se debe también a la insolencia de pasajeros que ingieren alimentos a sabiendas de que está prohibido, dañan los asientos,  otros que demoran más del tiempo establecido en cada parada,  o quienes transportan “exceso de peso”, aunque por 20 CUP el maletero te resuelva.
 Pero son reconocidas, incluso por Roberto Ricardo Marrero, otrora director de la EON hoy viceministro de transporte, “los factores que afectan en estos momentos la calidad de los servicios, asociados mayormente a indisciplinas de los trabajadores y que se materializan en cargas ilícitas, cobro del pasaje a sobreprecio, paradas indebidas y maltrato al cliente”.
 Ni siquiera el uso del Sistema de posicionamiento global en un gran por ciento del parque automotor de esa entidad, evita los cambios en la travesía de los choferes, uno de cuyos casos hace algunos meses una colega denunció valientemente con foto y todo, cuando se desviaron de la ruta hacia una paladar.
  No puede suceder que, por no existir otra oferta más cómoda, se aprovechen de la necesidad de los otros. No puede ser que permanezcamos de brazos cruzados y bocas cerradas, sin al menos formular una queja, porque “lo más malo ya pasó”.
  Pasó para usted, pero comienza para quienes no tienen otra posibilidad, porque la botella en la carretera es muy difícil y los porteadores privados impagables e implacables.
  Entonces empieza la incertidumbre de cómo será su viaje, si llegará a tiempo, ¿se romperá?, cuántas veces parará en el camino... Comienza la tristeza de montarse en un “astro”, que tal vez, como su nombre, se apaga.

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