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miércoles, 16 de octubre de 2013

De músico, poeta… y estomatólogo



Conocí de sus “aventuras artísticas” mucho antes de saber su verdadera profesión. No imaginé entonces que almacenara en sus más de seis décadas un arsenal de reconocimientos médicos, deportivos y hasta musicales.
Conversar con el estomatólogo Fernando Hernández Valero, es siempre una ocasión única. Lo mismo te da una consulta de periodontología que te habla del primer periodista presidente de la República de Cuba: Manuel Márquez Sterlin, quien por cierto solo duró solo seis horas en el cargo.
 Natural de Cabaiguán en Sancti Spíritus, este cienfueguero por adopción se graduó en 1976 en la Facultad de Estomatología de La Habana y comenzó sus primeros años en un hospital rural.

“Cuando me gradué me ubicaron en Trinidad, y luego me trasladaron para el Hospital San Blas en la Sierrita, que pasó ese año a pertenecer a Cienfuegos, tras la división político administrativa”.
“Estuve un año trabajando y regresé a la capital a estudiar la especialidad de Periodoncia durante tres años, graduándome en 1980”.
Al inaugurarse la clínica estomatológica en Cienfuegos, “el doctor Fernando”, -como también le conocen-, pasa a trabajar como jefe de servicios de periodoncia en esa institución, cargo en el que se mantiene hasta hoy.
“Me encanta mi profesión, aunque también la enseñanza. Fui fundador de la docencia estomatológica en el territorio, la cual ejercí durante más de 20 años”.
 En 2007 Fernando cumplió misión internacionalista en el distrito federal de Caracas, allí se sentía resguardado por su “familia espirituana”.
 “Cuando llegué a Venezuela, me sentía un poco nostálgico. Una de las trabajadoras del Complejo Diagnóstico Integral Ludovico Silva, quien era auxiliar en mi consulta, se llamaba Hortensia, al igual que mi madre, y la parroquia del lugar  era de Santa Rosalía, nombre que llevaba mi bisabuela.  Por eso siempre creí que me estaba cuidando mi familia”.
 En los cerros de la capital bolivariana, Fernando también atendió a los venezolanos. Por sus méritos al regresar a Cuba le fue entregada la medalla internacionalista.
 Otra vez en su patria cienfueguera, no pudo mantenerse únicamente cerca del sillón estomatológico.
 Primero como pitcher, y ahora como director del equipo correspondiente a los trabajadores de la salud, el softball ocupa también un espacio importante en su horario.
 “Me gusta mucho ese deporte. Hace años forma parte de mi entrenamiento físico”, y seguramente ese constante ejercicio ha posibilitado que nadie que lo conozca por primera vez sea capaz de adivinar su edad.
Sin embargo no quedan en los deportes las otras pasiones de Fernando. También fungió como sonidista hace muchos años, porque si algo le gusta es ser anfitrión y seleccionar él la música de las fiestas.
 “Hace años apoyaba en las presentaciones de la Compañía de Baile Flamenco de Joel Zamora. Incluso los asistí en varios de sus espectáculos por otras provincias del país”.
Con la elocuencia que lo caracteriza, cual si fuera un conocedor de las estrategias comunicativas, varios programas de la radio y televisión locales han contado con su presencia para hablar de educación bucal.
Jaranero, bailador y entusiasta, este médico fue expositor de las Brigadas Técnicas Juveniles, vanguardia nacional de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores y ostenta la medalla por el aniversario 25 del Trabajador de la Salud.
 Cuando le hago una última pregunta sobre salud dental, me corrige: “No es solo cuidar los dientes. La boca es como un todo en la cual pueden influir incluso los cambios de ánimos y el estrés”.
 Y así es. La mejor forma de evitar las enfermedades bucales es tener un cuerpo y mente sanos, lo asegura Fernando Hernández Valero, quien tiene de músico, poeta, y sobre todo, de estomatólogo.

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