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viernes, 28 de junio de 2013

¿Un futuro Capablanca? (+ Galería de Fotos y Audio)


Manuel Alejandro López Suárez casi aprendió a jugar ajedrez antes de correr. Intrigado por el largo tiempo que pasaban sus primos frente a la computadora, con apenas tres años, conoció el nombre de las fichas y sus movimientos.
 Unos meses más tarde, el también llamado juego ciencia dejó de convertirse solo en un entretenimiento.
 A sus escasos cinco años no es fácil hablar con él de grandes aperturas o jugadas complicadas. Aunque ciertamente conoce mucho más que las reglas básicas y el nombre de varios campeones mundiales.
 Tímido, de respuestas cortas pero bien pensadas, como los buenos ajedrecistas, su corta edad no constituyó un impedimento para esta entrevista.
Manuel analiza cada jugada
¿Cómo aprendiste a jugar?
“Papá movía las fichas y me enseñaba poco apoco. Luego aprendí en la computadora y seguí solo”.
 A pesar de ser un niño tranquilo y disciplinado, como asevera su profesor de ajedrez Santos Home Cabrera, esta entrevista, tal vez la primera entre muchas futuras, le pone inquieto.
 Sé que conoces de grandes ajedrecistas ¿Cómo cuál te gustaría ser?

Como si pensara en voz alta repasa los nombres de (Garry) Kasparov, (Bobby) Fisher,  (Anatoly) Karpov y (Viswanathan) Anand y afirma entusiasmado: “Capablanca, quiero ser como (José Raúl) Capablanca”.
¿Qué ficha prefieres entre las 16 que componen el tablero?
Junto a su entrenador Santos Home
“El rey”, -asegura convencido, y aunque a ciencia cierta no sabe por qué, debe ser porque es esa la pieza a derrotar para ganar la partida.
 Prefiere también las fichas blancas, como el fuera de serie Leinier Domínguez, a quien afirma quisiera conocer.
“Me gustaría jugar con él…, y ganarle”, sonríe pícaro.
 Recientemente participó en su primer evento contra cinco niños mayores que él.


“Le gané a dos- repasa-, pero perdí con tres”, a quienes recuerda con tal exactitud como si a sus pocos años supiera la máxima de que el éxito solo es posible cuando se aprende del fracaso.

 Sin embargo no fueron esas sus primeras victorias. Tal vez las más importantes sean los triunfos ante sus primos, su papá, e incluso su profesor, quien a ciencia cierta, tal vez, para darle confianza, lo dejó vencer.
 “Me gusta ganar siempre- ¿a quién no? Mi papá dice que me va a ganar”, pero en el fondo seguramente no desea hacerlo.
 Son precisamente sus padres, quienes más lo apoyan, pero también  le exigen cumplir con los deberes que le indica su entrenador.
“Tengo que hacer las tareas y después jugar en la computadora. A veces me regañan porque me coge muy tarde. ¡Quiero ser campeón!”
 Su profesor afirma que es un niño rápido, resuelve los ejercicios con facilidad y es aplicado. Su talento natural, ansias de aprender y dedicación constante en el estudio, podrían convertirlo, incluso, en un niño prodigio.
Analiza además a otros ajedrecistas
¿Sabías que el ajedrez es un deporte que desarrolla mucho la agilidad mental y puede ayudarte en las clases cuando entres a la escuela primaria?
“Lo sé, y me gustan muchos las matemáticas”, responde entusiasmado.
En su círculo infantil La Edad de Oro, sus compañeritos le miran intrigados sentado frente al tablero, y luego continúan con las travesuras propias de su tiempo.

 No pueden imaginar ellos, ni incluso nosotros, que ese pequeñito próximo a cumplir seis años, que ni siquiera sabe amarrar bien sus cordones, tiene el talento necesario para soñar y convertirse en un futuro Capablanca.

Fotos: Modesto Gutiérrez Cabo

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