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martes, 3 de abril de 2012

La juventud de Cuba: valentía, polémica, cambio


Hace algunos días, supe de dos jóvenes que decidieron separarse de las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, y entonces recordé lo que sentí cuando comenzaron a hacerme el proceso.
Soy militante desde 9no grado y la captación que hicieron en la secundaria, nos llenó a todos de un orgullo, inusual en adolescentes de apenas 14 años. Recuerdo que una de mis amigas no pudo entrar a las filas y a veces se sentía excluida del grupo. Era una condición que nos hacía diferente del resto de los estudiantes.
Sin embargo, en el pre, tuve compañeros que no se sentían “capacitados” cuando se les propuso. Era la excusa de moda en aquellos tiempos, y en estos también.

Por eso, siempre creí que presionarlos, o intentar enamorarlos con “posibles ventajas futuras” no era necesario, pues “la juventud” (así se le dice en Cuba a la UJC) es una organización de vanguardia que no obliga a nadie a pertenecer a ella, al contrario, selecciona a sus militantes.
Símbolo de la UJC
Aunque, he conocido jóvenes que sin ser militantes, tienen una vocación extraordinaria de revolucionarios pero, como no son los mejores en la docencia o no se destacan como otros, nunca ha nadie se le ha ocurrido preguntarles si quisieran pertenecer a la UJC.
Y así mismo, aunque pocos, los he conocido totalmente contrarios, militantes que son buenos en la escuela, que asisten a las reuniones, que hacen intervenciones enérgicas y que hoy viven en el extranjero.
En lo particular, los prefiero rebeldes, preguntándose cosas, exigiendo respuestas, sin dejarse convencer con argumentos fuera de contexto o sin el mínimo sentido común. Saliendo al paso cuando alguien dice que la juventud está perdida.
Conozco casos de muchachos que han aceptado el carné por miedo a perder una carrera u otras banalidades, pero esos miedos no surgen de la nada, los crea el propio hombre y a la larga desacreditan a la organización.
Así como, a veces los que nos representan no han sido fieles delegados de nuestros intereses, ni han sabido responder nuestras preguntas, o han actuado, en algunos casos, de la manera más indigna que se pueda imaginar.
Es cierto que se ha errado algunas veces, pero ese es un problema subjetivo, no de la Unión de Jóvenes Comunistas y mucho menos de la Revolución Cubana. Lo vital es evitar que otros cometan esos errores nuevamente, pero por nada del mundo debemos volvernos escépticos e indiferentes.
 Los verdaderos revolucionarios creen también en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud, justo como Martí.
Es por ello que la UJC en su 9no Congreso, se planteó metas que eviten estos y otros desaciertos.
Hay quienes piensan que la juventud es solo para reuniones y trabajos voluntarios, o que prima la cantidad por encima de la calidad, pero las causas de esa imagen debemos buscarlas en la propia base, o en la forma o mala forma en que funcionamos dentro del propio comité.
Por nada debemos permitir que los jóvenes con condiciones reales para integrarla, no vean en ella un movimiento de vanguardia y mucho menos que los que aún se mantienen incólumes en las filas, pierdan, por la actitud de algunos inconstantes, la confianza y la credibilidad de la organización.
La Unión de Jóvenes Comunistas, va a la vanguardia de la juventud cubana desde hace ya medio siglo porque reúne jóvenes alegres y profundos, que creen en la grandeza de estos 50 años. Jóvenes consecuentes con el momento que viven y las condiciones reales de su existencia.
Y si alguien quiere entregar el carné y no pertenecer más a las filas, me alegro que sea lo suficientemente sincero como para reconocer que no tiene lo que se necesita, que no es un joven de los que hacen falta en estos tiempos.
Lo bueno es militar en las filas de nuestras convicciones, que a la larga son también las filas de la vida. En Cuba hay “juventud” para rato, de eso, no caben dudas.

Aquí les dejo algunos videos de la UJC y de su solidaridad con otros países


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