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miércoles, 14 de diciembre de 2011

El General de las cañas, los Santamaría y yo.


 No hubo una gran diferencia de edades entre ellos; tal cercanía existió, que los hermanos Santamaría conocieron en carne y hueso, al líder de los azucareros en Encrucijada, primero, y en Cuba después.
Cuenta Haydée Santamaría, que su hermano Abel, escuchaba con identificación las arengas de Jesús Menéndez en el central Constancia, allá por los años 40 del siglo pasado.
Tal vez, esos discursos formaron parte de la conciencia revolucionaria formada en “El Polaco”, (así le decían a Abel por su pelo rubio y ojos azules) desde sus años jóvenes.
Nacidos en ese municipio de Villa Clara, los tres trascendieron en el tiempo y en la historia cubana.
Jesús Menéndez, el negro defensor de los azucareros, cuyo natalicio llega hoy a su centenario, estuvo también en mi tierra tunera, pero en Chaparra, (hogar de mi abuela paterna), allá por 1941 donde intentó entrar al central, pero no lo dejaron.
Ya era en ese entonces “el General de las Cañas” y advertía el triunfo que no llegó a ver, pero que sucedió. Dijo: “Algún día entraremos por esas puertas como dueños”.
Fue el sueño cumplido de Jesús, Haydée y Abel, el sueño que por suerte, me legaron.
Años más tarde otro cubano que tenía de negro, de blanco,…. de cubano, escribió estos versos.
Entonces llegará,
General de las Cañas, con su sable
hecho de un gran relámpago bruñido;
entonces llegará,
jinete en un caballo de agua y humo,
lenta sonrisa en el saludo lento,
entonces llegará para decir,
Jesús, para decir:
—He vuelto, no temáis.
Para decir:
—Mirad, he aquí el azúcar ya sin lágrimas.
Para decir:
—Fue largo el viaje y áspero el camino.
Creció un árbol con sangre de mi herida.
Canta desde él un pájaro a la vida.
La mañana se anuncia con un trino.

Y ciertamente, el General de las cañas llegó.

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